Dades personals

Biblioteca Municipal creada per oferir l'accés al coneixement de forma lliure i gratuita

dissabte, 22 d’octubre del 2016

Dia de les biblioteques, 24 d’octubre

MURS DE PARAULES

Des de l’any 1997, el 24 d’octubre se celebra el Dia Internacional de la Biblioteca, en record de l’incendi de la biblioteca de Sarajevo durant el conflicte dels Balcans. Després d’aquest atac, l’incendi va ser qualificat de memoricidi, per la destrucció de la memòria i del tresor cultural que albergava aquest espai.
Aquesta commemoració es fa amb la intenció de ressaltar la importància de les biblioteques. L’objectiu és donar a conèixer-les: els seu fons, els seus serveis i les seves activitats, però també remarcar la funció de la biblioteca com a espai de trobada entre persones de totes les edats amb la cultura, i com a lloc de formació i de convivència.
Biblioteques públiques, privades, universitàries, especialitzades, escolars, nacionals, mòbils ... Totes elles alberguen grans tresors, i destruir-les o no protegir-les, que ve a ser el mateix, és un memoricidi a petita o gran escala.

I una de les millors maneres de protegir-les és donar-les a conèixer, obrir les portes, mostrar els seus racons més amagats, extreure les seves documents dels freds prestatges i posar-los en mans dels lectors. I, sobretot, parlar i fer que es parli d'elles.
Cada any s’encarrega a un escriptor i a un il·lustrador la redacció d’un pregó i el disseny d’un cartell per aquest dia. Aquest any han estat escollides dues dones: la escriptora Ledicia Costas i la il·lustradora Elena Odriozola que han creat el següent:



Una luciérnaga es una isla perdida en la noche más densa. Cien luciérnagas, una constelación misteriosa que marca el rumbo hacia otros universos. Así, con esa estrategia de luz, se organizan los libros que moran en las bibliotecas. Son caricias fosforescentes que incendian los sueños y recomponen los corazones grises hasta hacerlos recobrar su color rojo brillante. Cualquier individuo que padezca el síndrome del corazón gris, debería ponerse en manos de un experto y visitar una biblioteca.
Para escribir un libro, además de hacer malabarismos con las palabras hay que ser una desvergonzada o un loco. Un atrevido, una excéntrica descontrolada. Llevar un calcetín de lunares, otro de rayas y los pelos de punta. Una cresta como las que lucen las cacatúas sería un peinado muy interesante para un escritor. Solo las mentes más disparatadas son aptas para escribir libros. Pero para custodiarlas no es suficiente con tener un desajuste en los cables cerebrales. Es indispensable ser de fuera. Un extraterrestre. Las bibliotecas albergan seres con antenas giratorias, cerebros millométricos que memorizan títulos rebuscados, rimbombantes, campanudos. Las personas que custodian libros siempre me han parecido criaturas singulares. Están dotadas de extremidades retráctiles que estiran y estiran hasta alcanzar aquel volumen al que parecía imposible acceder. A continuación, como si nada, se recomponen y todo vuelve a su posición natural. Parecen seres humanos, pero a poco que les observes percibirás que no son de aquí. Una de las cosas que más me fascina de los bibliotecarios es su cerebro. ¡Me parecen tan listos! Los libros fabrican pensamientos. Pasar tantas horas dentro de una factoría de ideas es bueno para tener un corazón rojo y brillante y una cabeza repleta de planes fantásticos.
Alguien me han contado que el 24 de octubre es el Día de la Biblioteca. Sería genial organizar una fiesta con confeti y pompas de jabón. Celebrarla por todo lo alto. Me encantaría vestirme para tal ocasión como el personaje de algún libro, sentarme en la mesa de una biblioteca de la ciudad donde vivo y esperar a que fueran a visitarme. En las bibliotecas puedes ser quien tú quieras. Desde Mary Poppins hasta Matilda, Atreyu, Drácula o incluso Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. Puedes ponerte botas de pelo, plumas, zancos y sombreros. ¡Sombreros! ¡Eso es! Imagino a una pequeña lectora acercándose a mí discretamente, atraída por los colores y formas de mi sombrero:
—Sombrerera loca, ¡qué fiesta más maravillosa! ¿Sería tan amable de servirme una taza de té?
Yo se la serviría con mucho gusto, poniendo cara de mujer refinada, y luego ambas haríamos ruido al tragar. Sonaría algo parecido a glup glup glup. Y antes de que nos diese tiempo de romper a reír de forma desenfrenada, aparecería el bibliotecario, como surgido de la nada, que para eso poseen la facultad de materializarse delante de ti en el momento más inoportuno, y nos advertiría de que las bibliotecas no son merenderos. Hay que reconocer que son únicos custodiando tesoros. Extraterrestres con el corazón rojo y brillante. Qué cosa tan extraordinaria. ¡Feliz Día de la Biblioteca!
Texto: Ledicia Costas / Ilustración: Elena Odriozola


'Més que un club': les biblioteques al Tria33 EXTRA 

Sense biblioteques, què tenim? Ni passat ni futur. Ray Bradbury