Dades personals

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diumenge, 11 de juny del 2017

Adam Zagajewski, premi Princesa d'Astúries de les lletres 2017, la poesia serena

«No hi ha poeta que no escrigui pensant que aquest poema hagi de canviar el món».

El poeta i també  assagista polonès Adam Zagajewski ha estat guardonat amb el Premi Princesa d’Astúries de les Lletres 2017, segons ha destacat el jurat ‘La poesia de Zagajewski –així com les seves reflexions sobre la creació i el seu intens treball memorialístic– confirma el sentit ètic de la literatura i fa que la tradició occidental se senti una i diversa en el seu accent natiu polonès, alhora que reflecteix els efectes de l’exili. La cura per la imatge lírica, la vivència íntima del temps i el convenciment que després d’una obra artística encoratja el fulgor, inspiren una de les experiències poètiques més emocionants de l’Europa hereva de Rilke, Miłosz  i Antonio Machado.’
L’editorial Acantilado ha publicat en castellà bona part de la seva obra on destaquen Ir a Lvov (1985), Lienzo (1990), Tierra del fuego (1994; Acantilado, 2004), Deseo (1997; Acantilado, 2005), Anhelo (1999), Regreso (2003),   Antenas (2005) Mano invisible (2009; Acantilado 2012).
Entre els llibres d’assaig  cal  assenyalar Dos ciudades (1995; Acantilado, 2006), En defensa del fervor (2002; Acantilado, 2005),  Solidaridad y soledad (1982; Acantilado, 2010) i Releer a Rilke (2009; Acantilado 2017).
Precisament l’editora d’Acantilado, Sara Ollo afirma que “Adam Zagajewski és una veu que ens xiuxieja a cau d’orella que la bellesa encara existeix i que hem d’aspirar a ella. La seva fondària metafísica, la seva serenitat, la seva valentia i el seu profund sentit de l’humor, ho converteixen en un poeta imprescindible dels nostres dies.”
 

Adam Zagajewski (Lvov, actualmente Ucrania, 1945). Se exilió a París en 1982 y posteriormente a Estados Unidos, donde ejerció como profesor en la Universidad de Chicago. Desde 2002 vive en Cracovia. De su producción poética destacan Ir a Lvov (1985), Lienzo (1990), Tierra del fuego (1994; Acantilado, 2004), Deseo (1997; Acantilado, 2005), Anhelo (1999), Regreso (2003), Antenas (2005), estos dos últimos recopilados también en Acantilado bajo el título Antenas (2007), y la antología Poemas escogidos (Pre-Textos, 2005). Entre sus libros de ensayo se encuentran En la belleza ajena (Pre-Textos, 2003), Dos ciudades (1995; Acantilado, 2006), En defensa del fervor (2002; Acantilado, 2005) y Solidaridad y soledad (1982; Acantilado, 2010).  Acantilado ha publicado también en 2012 su libro de poemas Mano invisible (2009) y el ensayo Releer a Rilke (2017). 


Autorretrato
Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir
se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio siglo.
Vivo en ciudades ajenas y a veces converso
con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos.
El cuarto no tiene nombre.
Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos
tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender
a los grandes filósofos, la mayoría de las veces consigo
captar solo jirones de sus valiosos pensamientos.
Me gusta dar largos paseos por las calles de París
y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,
la ira o el deseo; observar la moneda de plata
que pasa de mano en mano y lentamente pierde
su forma redonda (se borra el perfil del emperador).
A mi lado crecen árboles que no expresan nada,
salvo su verde perfección indiferente.
Aves negras caminan por los campos
siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.
Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.
Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,
y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos y casas
se difuminan como nubes con el buen tiempo.
A veces me dicen algo los cuadros en los museos
y la ironía se esfuma de repente.
Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.
Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.
Cada dos semanas me reúno con mis amigos,
de esta forma seguimos siendo fieles.
Mi país se liberó de un mal. Quisiera
que le siguiera aún otra liberación.
¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.
No soy hijo de la mar,
como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,
sino del aire, la menta y el violonchelo,
y no todos los caminos del alto mundo
se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,
a mí me pertenece.
 Adam Zagajewski
[Versión de Elzbieta Bortkiewicz]





No permitas que el lúcido momento se disuelva
No permitas que el lúcido momento se disuelva
Deja que el pensamiento radiante dure quietamente
aunque la página esté casi llena y la llama parpadee
Aún no nos hemos elevado al nivel de nosotros mismos
El conocimiento crece lentamente como una muela del juicio
La marca de la estatura de un hombre aún persiste
en lo alto de una puerta blanca
Desde lejos, la alegre voz de una trompeta
y de una canción enroscada como un gato
Aquello que pasa no cae en un vacío
Un fogonero aún alimenta con carbón el fuego
No permitas que el momento lúcido se disuelva
Sobre una sustancia dura y seca
debes burilar la verdad

Adam Zagajewski

  

Trata de alabar el mundo mutilado


Trata de alabar el mundo mutilado.
Recuerda los largos días de junio,
y las fresas silvestres, gotas de rosado vino.
Las ortigas que metódicamente proliferan
en las casas abandonadas de exiliados.
Debes alabar el mundo mutilado.
Tú observaste los estilizados yates y los barcos;
uno de ellos tenía un largo viaje por delante,
mientras que el salado olvido aguardaba a otros.
Tú has visto a los refugiados yendo a ningún sitio,
tú has oído a los verdugos cantar alegremente.
Debes alabar el mundo mutilado.
Recuerda los momentos cuando estábamos juntos
en una habitación blanca y la cortina ondeaba.
Regresa en el pensamiento al concierto donde la música se encendía.
Tu recogías bellotas en el parque en otoño
y las hojas se marchitaban sobre las cicatrices de la tierra.
Alaba al mundo mutilado
y a la pluma gris que un zorzal perdió,
y la suave luz que se desvía y desaparece
y regresa.
  Adam Zagajewski


Les réfugiés, Adam Zagajewski

Según Zagajewski, “”los buenos escritores envuelven lo desconocido en lo conocido. Los malos dan en la superficie lo desconocido”